Follar todos los días con desconocidos no está bien visto, lo sé. Pero soy una máquina de sexo, dotada con 22.5 cm de polla, y un apetito sexual insaciable.
Muchos han necesitado darme un nombre: promiscuo, adicto al sexo, y otros, los más profundos, han hablado sobre no sé qué de carencias afectivas. Siempre después de que se hubiesen puesto a cuatro patas para que les reventara el culo, o les hubiese petado la boca de leche.
Me encanta el sexo, y a mis amantes, yo. Quizá sea una droga adictiva que engancha a quiénes me prueban. Quizá esté en este mundo para generar placer.
Soy un Dios del sexo. Un esclavo de mis instintivas ganas de saciar mi apetito. Y ahora, tú, serás mi fiel súbdito.
¿Estás preparado?