La pérdida de control cuando tienes un rabo lecheado en tu culo es absoluta. Sin embargo, y contradictoriamente, tener mi polla dentro de ...
Controlaba y me controlaban.
Y mientras Adrián era mío yo era de Jasiel.
Juntos, unidos a través de nuestras pollas, nos mantuvimos paralizados como si el tiempo, simplemente, se hubiese detenido ante nosotros, y nuestro placer. Abstraído por el silencio y la relajación que me envolvía, una sensación de comodidad no solo había llegado a mí sin ánimos de marcharse, sino que Adrián, quien nunca se corría con sus amantes, ahora yacía empalmado. Y suavemente, aprovechó mi rabazo en su culo para menearse la polla. Entre gemidos y movimientos lentos, Adrián había conseguido activarse y activarnos.
Entonces jadeó, gritó, y su lefa salió disparada en medio de gemidos ansiosos, pero reprimidos.
Y mi polla, que se negaba a entrar en reposo, de repente, también se activó, recuperando toda su rigidez, y potencia. Inevitablemente me vi conducido a embestir el culo tragón de Adrián. Primero con varios empujones secos y duros, luego aumentando la velocidad y el ritmo hasta que el bonito rabo de Jasiel se salió de mi culo.
No me detuve, aunque lo pensé, no me detuve. Los gritos de Adrián me indicaban dolor y placer, incluso su agujero tragón se contraía mientras sus manos intentaban separar mi cuerpo del suyo.
Jasiel no pensaba quedarse al margen, de hecho su rabo también se había activado con nuestros gritos y jadeos. Atento, clavando su verde mirada en mí, en mi rabo, y en cómo perforaba a Adrián, empezó a menearse la polla suavemente. También se mordisqueaba los labios.
Tenerlo desnudo y excitado a mi lado, observando, me estaba poniendo muy cachondo. Mi atención ya no se centraba en mi polla entrando y saliendo de Adrián, tampoco en el placer que la presión de su agujerito ejercía sobre mi rabo, sino en Jasiel, en sus gestos y en su mirada.
Entonces saqué mis 22.5 centímetros del culo de Adrián, y le di paso al mulato.
Con mi leche invadiendo el culito de Adrián, la bonita polla de Jasiel batiría mi lefa con fuerza, y la idea, la idea me excitaba tanto como imaginar su rabo en mi boca.
Rápido y sin contemplaciones, Jasiel le enchufó el rabo casi de un empujón. Completo, con sus pelotas rebotando en las pelotas de Adrián, la polla-lápiz de Jasiel se hallaba explorando las profundidades del culo tragón.
Adrián gritaba, gritaba como un loco.
Mientras tanto no pude evitar dirigirme al culo de Jasiel. Moreno, resultón, y depilado, sus nalgas en movimiento de macho follador reclamaba una buena comida de culo. También un rabo grande que se adentrara.
Sin embargo, en cuanto mis manos llegaron a sus nalgas Jasiel se opuso a que disfrutara de su culo.
— Soy activo—dijo.
¿Activo y virgen? La posibilidad más que probable de que en su culo no hubiese entrado nadie me encendió todavía más. Imaginar mi rabo adentrándose a través de la estrechez de su culo, presionando mi polla con fuerza, y teniendo que embestirlo con suavidad y paciencia, se había convertido en mi nuevo objetivo.
Paciente y excitado, me puse al lado de Jasiel mientras observaba cómo se follaba el culito de Adrián. Luego empecé a acariciar su espalda bañada en sudor, y lentamente, fui descendiendo hasta llegar a sus nalgas. Que estuviera a su lado y no detrás, ayudaba a generar confianza en el mulato, y que su temor a ser penetrado inesperadamente desapareciera.
Pero mi mano estaba sobando sus nalgas. Primero una, luego otra, siempre con lentitud y delicadeza, y cuando ya me había ganado su confianza, comencé a explorar, entre sutiles caricias, la raja que separaba sus nalgas. Su agujero estaba ahí, a solo unos centímetros.
Sin embargo no podía precipitarme. Si quería triunfar en mi propósito tenía que ser discreto. Conseguir que Jasiel no dudara de mis intenciones, y conseguir, por ende, que se excitara tanto que rogara por mi polla.
Entre el sudor y su bombeo constante, mis dedos prácticamente se iban adentrando por inercia. Ya podía notar el calor de su culo, incluso cierta presión ejercida por sus nalgas, pero tenía que ir más allá si quería encenderlo.
Entonces mi boca se fue directa a su cuello. Suavemente y sin prisas, comencé a lamer y lamer, mientras una de mis manos continuaba en su culo, y la otra se hacía con el control de sus pelotas.
Jasiel no solo gemía, sino que su piel se estaba erizando a cada instante.
Mi plan iba bien, pero no era suficiente.
Aproveché para descender por su cuerpo con mi lengua, esta vez sin mucha calma. Tenía un claro objetivo, lamer su agujero.
Primero intenté abrirme camino entre ellos para llegar a lamer sus pelotas. Lo más fácil era acceder desde atrás, pero a mi presa podrían saltarle las alarmas. Por eso, aprovechando que seguía estando a su lado, intenté acceder a sabiendas de que resultaría imposible, aunque el objetivo, que supiera mi intención, había sido un éxito rotundo.
Él intentó, sin dejar de follarse a Adrián, hacer llegar mi lengua hasta sus pelotas, y aunque pude darle un par de lengüetazos, estaba claro que tendría que ir por detrás.
Cachondo, el precum empezó a humedecerme el cabezón del rabo. Estaba de cuclillas, delante de su culo moreno en continuo movimiento, y, controlado por las ganas y mi instinto, me abalancé sobre sus nalgas y comencé a lamerlas rápido, muy rápido, ansioso por adentrarme entre ellas y llegar de pleno a su agujero.
Jasiel jadeó como un loco en cuanto mi lengua acarició su agujerito. De hecho, sus embestidas se ralentizaron para facilitarme la tarea y poder disfrutar de mi comida de culo. Luego, aprovechando sus delicadas embestidas, introduje mi lengua en su agujero y dejé que mi lengua se follara su culo mientras él se follaba el de Adrián.
Y Jasiel abrió las piernas para que mi lengua se adentrara aún más.
Entonces la excitación me nubló los pensamientos. Solo podía saciar mi apetito, y poniéndome en pié, llevé mi rabo hasta su culo, pero no se lo metí, sino que usé la punta del pollón para recorrer las paredes de sus nalgas y rozar su agujero.
Luego coloqué la polla en su agujero, y aunque deseaba metérsela de un empujón, me contuve. Sería Jasiel quien se follara con mi rabo mientras se follaba a Adrián, y así, poco a poco, iba notando cómo mis 22.5 centímetros de carne dura se adentraban en Jasiel.
Los gritos de Jasiel y Adrián se unían a los míos como nuestras pollas nos mantenían pegados. Jasiel, cada vez más cachondo y motivado, embestía a Adrián con mucha fuerza, toda la fuerza necesaria para que mi rabo se adentrara más y más en él.
Y cuando por fin había atravesado su prieto culito metiendo algunos centímetros más allá del cabezón del rabo, Jasiel se corrió, y se sacó mi polla del culo, dejándome tan cachondo que se la habría vuelto a meter sin su consentimiento.
Sin embargo, el agujerito de Adrián, abierto y lecheado, me esperaba para que lo reventara como un puto cerdo salvaje. Y lo hice, claro que lo hice, descargando en él todas mis ganas, todas mis fuerzas, y toda mi desesperación por aliviar la tensión sexual que el culito de Jasiel me había provocado.
El trío podría haber dado mucho más de sí, pero el tiempo en casa de Adrián se había agotado.
Me fui de allí con las pelotas vacías, una sensación de relax absoluto, y el número de Jasiel para encontrarnos a solas en cualquier otro momento.
— ¡Llámame!—dijo regalándome una morbosa palmadita en el culo.
Me gustaba.
Mulato, guapo, masculino, buen rabo y mejor culo, Jasiel conseguía ponérmela dura con el recuerdo, y esa noche, después de la ducha, sentí que la fiera quería descargar lefa recreando aquel momento en el que le comía el culo y sentía la presión de su agujerito estrujándome el cabezón del rabo. Sin embargo, mientras me tocaba las pelotas, un bulto en uno de los testículos, en el derecho para ser exactos, me estremeció.
Incrédulo, tras unos minutos paralizado, volví a palparme los huevos con la esperanza de que no hubiese sido real, pero el bulto seguía ahí, duro, peligroso, y amenazante.
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- Aunque son independientes, los relatos se complementan. ¡No te pierdas ninguno!
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